Primo, pocas veces escribo en serio pero esta vez merece la pena hacer un esfuerzo.
Esta semana leí en los periódicos la celebración del brutal festejo, para honrar a una virgen (la honra y la deshonra andan muy cerca en este pueblo), que se celebra en Tordesillas (Valladolid), donde maltratan al toro hasta que muere y/o revienta. Dicen que al que le remata le dan los testículos del astado para que los cuelgue en su lanza y los pasee por toda la provincia de Valladolid si quiere. Brutal.
Los antitaurinos, los defensores de los animales, los defensores de la dignidad humana… todos están de acuerdo en condenar tal espectáculo, por eso me llamó la atención la fiesta que se viene celebrando desde hace décadas en Buñol (Valencia), y que consiste en destruir un cargamento inmenso de tomates.
110.000 kilos de tomates tirados, pisoteados, aplastados y desparramados por el suelo y por los cuerpos y rostros de la gente.
No tengo ni idea de si los tomates son “pata negra”, de hacer ketchup o son tomates de “tirar”, pero resulta indignante el hecho y el daño que están haciendo al “mundo” del hambre. ¿Será una manera de reírse del tercer mundo?
En fin, las conclusiones serían muchas así que tan solo dejo aquí constancia de tal salvajada, a mi manera de ver.
España, unos tiran una cabra desde un campanario, otros martirizan a un toro y otros destruyen, en una gran fiesta miles de kilos de alimentos. Espero, por lo menos, que los de Buñol no pretendan honrar a la virgen de los desamparados. Y no estaría mal que al menos los defensores de la dignidad humana dijeran algo, no?
Lástima.